Ramón Gaya en el Paseo de la Reforma de México. 1950.
TARDE III
Cada tarde parece
bajo un cielo distinto,
que tuviera una cita
con un algo perdido
que soy yo, que me espera
a la luz de esa hora
igual ya que un hermano
o un amigo: en la roca,
en la playa tan tibia,
o el balcón, o el espejo;
una cita diaria
sin lugar, sólo tiempo,
sólo un hondo minuto
en que miro mis brazos
como ramas de infancia,
en que soy el hallazgo
de mí mismo, y me escucho
como un nido distante,
no en el ser, sino fuera,
donde el hombre es ya nadie,
donde acaso está el alma,
o tan sólo la tarde.
Ramón Gaya.
De: POEMAS DE UN DIARIO [México, mayo de 1943] O.C. Edt. Pre-Textos
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