Era el 7 de septiembre de 2002 y Ramón Gaya bromeaba con nosotros durante el desayuno alardeando de su habilidad para hacer rodar una pastilla, de color azul y forma irregular, y conseguir que se quedara alzada sobre su mínimo canto después de recorrer la superficie de un libro. Hasta que no lo conseguía no se la tomaba, y doy fe de que muchas veces su maestría le hacía conseguirlo a la primera.
JB.
JB.
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