R.G.: El paisaje que estrecha a Murcia no es, propiamente, un paisaje natural, sino un paisaje creado, ingeniado, hecho. La huerta es toda una geometría puesta sobre el tablero liso del suelo por unos hombres embriagados de matemáticas y que, como buenos orientales, se sirven de líneas y de números para todo, incluso para ir y venir de Dios.
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