Sevilla, presume, pero presume de algo que es verdad, de una "verdad", que se hace "sospechosa" por su insolencia, pero que es verdad; incluso podría decirse que se trata de una verdad profunda, una profundidad que, por esta vez, ha salido, se ha expresado, es decir, se ha traicionado un poco. Sevilla no tiene, pues, misterio alguno, o quizá el suyo es un misterio que ha logrado, sin perder sustancia, no ser nada misterioso, sino estar muy a la vista, vivir a la intemperie, volverse superficie.
R.G. De: Sevilla (Balcón español), O.C.Tomo II, Ed. Pre-Textos
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