Detalle del cuadro "El durmiente (de Salzillo)". Ramón Gaya 1975.
Las vanguardias eran esencialmente infantiles pero despóticas, y cuando, en virtud de lo uno, no ajuntaban al artista que no jugase a su juego, gracias a lo segundo lo borraban por completo. El caso de Gaya es una supervivencia más allá y más acá de las vanguardias, a las que por otra parte no tiene nada que envidiar. La vanguardia de Gaya es el interior del vaso, el fondo del agua, la mano deshecha. Su noción de pincelada es a la pintura lo que un verso a la poesía. Nunca intentó pintar un cuadro de dos por dos reproduciendo a escala esos interiores de las copas, que sin duda habrían sido saludados por los papanatas como una decisiva contribución a la modernidad. Nunca mintió. El arte no debe ocultarse en la sobredimensión, y la vangüardia, en el fondo, no es más que sobredimensión, descontextualización. Por eso la copa es la dimensión real, las medidas de la verdad.
Antonio Castellote. Parte del texto de un correo privado que nos escría el día 8 de mayo de 2012.
"El durmiente (de Salzillo)". Ramón Gaya 1975.
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