Nacimiento de la pintura, 1958.
Un atardecer, de entre aquellas aguas espesas, usadas, me pareció ver salir, surgir como una Venus cochambrosa, el manchado cuerpo de la Pintura. Y no era ningún delirio; era que, a partir de entonces el sentimiento pictórico no lo vería ya más como cualquier otro sentimiento del arte - el de la música, el de la poesía, el de la escultura-, porque ahora lo había individualizado y le encontraba como un dejo especial, casi una motivación de otra índole.
R.G. El sentimiento de la pintura. Italia, 1959.
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