viernes, 2 de noviembre de 2012

REFLEXIONES DE UN DÍA EN PARÍS

París. Pont Royal  et Pavillon Flore del Museo del Louvre. Postal enviada por Ramón Gaya el 30 de marzo de 1956.


   
PARÍS, 28 de junio de 1952.

       Hoy encontré las primeras fallas. Había pasado unos días de admiración incondicional que, en el primer momento, me parecieron buenos; ahora me doy cuenta de que eran, no propiamente malos, pero sí estúpidos. Todo marchaba bien, todo estaba bien, es decir, todo era incompleto, y no me alimentaba.
     Encontrar, por fin, cosas defectuosas, malas, negativas, le daban a mi visión una especial armonía, un vivo equilibrio. Hasta que no se presenta la imperfección de las cosas no podemos encontrar la totalidad, su redondez. La imperfección es un paso más, una superioridad, una mayor y mejor altura que la perfección. 

     Mis primeros entusiasmos sucedían en una especie de limbo, es decir, no sucedían en parte alguna; eran, pues, una mentira.  Edificaré un entusiasmo más alto (y más fuerte) sobre las decepciones y los tropiezos.

     La decepción mayor ha sido, quizá, El Louvre. ¡Tenía tanta necesidad de un museo! Es destartalado, frío, mal colocado todo, sin luz.

*

     El espíritu es, no el que ve, sino el que sabe sin ver.


Ramón Gaya: De: "Anotaciones de diario inéditas". OC. Edt. PreTextos.

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