Juan Ballester y Ramón Gaya en el estudio de Grabador Esteve en Valencia.
8 de septiembre de 1980
Aunque
fue a principios de los sesenta cuando Ramón Gaya vuelve a Murcia por vez
primera después de su salida en el exilio, sería realmente a mediados
de los setenta cuando comenzara a venir más asiduamente a la ciudad que le vio
nacer. Es en aquellos años cuando un grupo de personas lo van conociendo y
entablando amistad con él. Entre aquel grupo de personas se hallaba el
fotógrafo Juan Ballester, quien encontrándose -por segunda vez- con Ramón Gaya
en la galería murciana Chys en el año 1979, sería un fiel seguidor
y amigo hasta el final de sus días.
El
pasado día 28 de diciembre le hicimos la siguiente entrevista, y como podrán
comprobar su amistad con el pintor no iba a ser una amistad cualquiera.
Comenzamos
con ésta las “Entrevistas del Gaya”,
lo que consideramos una fuente de información que nos aproximará, aún más, a esta
figura tan singular que fue Ramón Gaya.
M.R.G.
¿Quién era Ramón Gaya?
J.B. Me ha dado un vuelco por
dentro con esta pregunta formulada así, en pasado. Realmente Ramón Gaya no creo
que haya muerto, por lo que no se puede preguntar “quien era”, sino “quién es”.
Cualquiera que se acerque a su obra, tanto pictórica como literaria, se dará
cuenta de que no se trata de un pasado, sino que su obra más bien tiene un
presente continuo. Recuerdo que cuando murió sentí mucho su muerte –éramos muy
amigos-, pero sin embargo no tuve la sensación de angustia o de pérdida que he
sentido con otras personas como mis propios padres, o con otros familiares y amigos…
es decir, no echo en falta a Ramón Gaya. Quizá resulte extraño lo que digo pero,
la verdad es que siento que sigue en mí, lo tengo cerca, lo tengo tan dentro,
tan presente en mi pensamiento, en mi vida, en mi entorno, que no lo echo de
menos como se echaría normalmente a alguien querido que te deja. Luego creo que
la pregunta sería ¿Quién es Ramón Gaya?, no quién era, sino quién es y para mí,
esta pregunta no tiene respuesta. No me atrevo a decir quién es Ramón Gaya,
definir a alguien como él no está a mi alcance, es un personaje tan alto, tan
importante, tan vital… no sólo en mi vida, sino en la historia del pensamiento
y la pintura española. Quien se acerque a Ramón Gaya pensando que se trata de
una persona más, creo que se equivoca.
M.R.G.
¿Qué hay de Ramón en ti?
J.B. Resulta complejo retratarte
a ti mismo y, sobre todo, mucho más cuando se trata de establecer qué relación
a qué influencia tienes de otra persona. Creo que de Ramón Gaya en mí hay
muchísimo; claro, no puede uno decir que todo, porque sería absurdo, pero hay
mucho. Si hablamos en relación a lo pictórico, a la pintura, yo creo que hay un
sentido crítico muy grande. Eso nos lo enseñó Ramón Gaya, mirar un cuadro y no
sólo intentar ver en el cuadro lo que tiene de original o de época… no, no,
Ramón Gaya lo que nos enseñó era a ver algo mucho más desligado de esa
apariencia externa, algo más intimo. Así como también nos enseñó – hablo en
plural porque creo que es algo común en la mayoría de las personas que
estuvimos a su lado-, a acercarnos al cuadro de forma muy libre, alejados de
todo tipo de condicionamientos, y esto, que parece una actitud fácil de hacer,
no lo es tanto, o sea, uno se acerca a un cuadro, por ejemplo, de Ingres –que
ahora está en el Museo del Prado-, y puedes verlo y criticarlo sin prejuicio, puedes
hacerle un análisis crítico de su pintura. Antes de conocer a Ramón Gaya, como Ingres
estaba en los libros de arte ya era intocable. O Dalí, que también lo era
porque estaba en todos los museos del mundo. Después de conocer a Ramón Gaya soy
capaz de decidir, de ver cosas negativas en la obra… puede que, por ejemplo,
esas obras estén cargadas de literatura, o que contengan un hondo mensaje
surrealista, pero sin embargo que pictóricamente no valgan nada. Esto nos lo enseñó Ramón y esta especie de
“seguridad” para ver críticamente es lo que tengo de Ramón Gaya.
M.R.G.
¿Cuánto tiene por enseñarnos aún la obra pictórica y literaria de Ramón?
J.B. Una obra que esté hecha con
honestidad y que haya conseguido alcanzar la categoría de “obra de creación”, creo
que el papel que tiene por desempeñar en el tiempo es eterno, es decir, no creo
que se trate de una enseñanza puntual, sino que en el caso de Gaya esos
cuadros, esos homenajes, esas copas y paisajes no son simples cuadros estéticos
o cuadros de determinada época o gusto, no son obras encuadradas en un estilo,
sino que su sola presencia ya está determinando su relación con el presente,
con todo presente, el de hoy y el de mañana.
Sin embargo,
si la pregunta que me haces se refiere a qué es lo que aún no se ha descubierto
de Ramón Gaya, te diría que creo que no se ha descubierto lo fundamental, lo
pictórico. Para mí Ramón Gaya era, sobre todo, un pintor -él lo recalcaba
continuamente-; a pesar de ser conocido más como escritor y pensador del siglo
XX, creo que su obra pictórica aún no ha sido del todo descubierta; en su forma
de expresarse con la pintura aún nos quedan muchas cosas por descubrir. Creo también
que todavía no hemos llegado a asimilarla, aunque quizá no se llegue nunca…,
pero en relación a ésta época, su pintura está aún por dilucidar y creo que no
se ha entendido, no ha sido entendida. Se trata de esa búsqueda que Ramón tenía
cuando mezclaba muy despacio los colores, de cuando meditaba profundamente la
realidad mientras mantenía el pincel en el aire esperando posarlo sobre el
lienzo. Me parece que esto, que esta “mirada” sobre la realidad aún no se ha
entendido, no hemos alcanzado a entender qué buscaba a través de la pincelada.
Y, claro, estoy totalmente seguro de que no es el tema del cuadro lo que
buscaba, ni mucho menos el problema técnico, sino otro tipo de misterio más
profundo, más inefable, que es lo que más trabajo nos cuesta ver a los demás en
una obra. Por otro lado creo que la repetición continua de los temas (sus copas
y homenajes) está hecho a propósito para decirnos que lo importante no es el
tema. Ramón nunca hablaba de su pintura, sólo un día tuve la oportunidad de
grabar su voz explicándome los problemas pictóricos a los que se había
enfrentado intentando realizar uno de sus homenajes y fue, en ese momento,
cuando entendí que Ramón lo que buscaba sobre todo era plasmar la realidad más
viva, lo que más palpitaba de aquello que estaba mirando, acaso la vibración
más fuerte de la realidad. De este proceso, de cómo se produce y sucede la
pintura de Ramón, creo que nos falta aún mucho por entender y comprender. El
hombre de hoy está mucho más ciego para lo pictórico, el triunfo de la imagen
ha hecho mucho daño desde su llegada a finales del siglo XIX: Estamos
sustituyendo la mirada limpia y directa de la realidad, por la mirada a su imagen.
Hoy está muy devaluado o escondido ese misterio de la realidad que los pintores
resolvían a través de lo pictórico.
Murcia, 28 de diciembre de 2015.
Juan Ballester en el Museo Ramón
Gaya.
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