Galdós joven, 2000.
Hoy, después de algunas tonterías del 98 sobre Galdós, parece despertarse una nueva estimación por él, pero los investigadores, los historiadores, los críticos -como siempre- remueven afanosamente todo el material de sus novelas y se disponen a medir y a pesar la prosa, el estilo, la composición, la veracidad, la fantasía, los símbolos, sin comprender que, mientras se entregan a ese trabajo miope, se les escapa su grandeza. La grandeza de Galdós no la encontraremos nunca en la composición ni en el contenido de sus novelas, sino en la relación armoniosa que ha quedado establecida, milagrosamente, entre él y la Realidad.
R.G., México, 1953
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