R.G., Paseo en barca, 1949.
La belleza nos arrastra, diríamos, hacia una orilla extrema, última, de nosotros mismos, y nos deja allí, en ese borde difícil, como desprovistos y desasistidos, sin saber qué hacer, sin tener qué hacer.
R.G. Tropiezo y contrariedad de la belleza. Italia, 1976.
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