R.G. Los baños del Tévere. óleo de 1971
R.G.: "Sin el milagroso fenómeno natural del reflejo, el agua, informe entonces, se perdería, se disolvería en nada, se precipitaría río abajo, sin pena ni gloria, tan sólo como un elemento estrictamente útil para la vida, pero no lleno de enigmática significación. La imagen que vemos en el agua no es, como podría pensarse, una simple copia ociosa, un simple calco de la realidad; no es algo externo, ajeno, que desde fuera se suma, se añade al cuerpo líquido del agua, sino que esa puntualísima imagen refleja es, precisamente el ser mismo del agua: su misma sustancia, su esencia palpitante que aflora, que se deja ver, que se expresa en una especie de silencio apretado, concentrado."
R.G.: "Esa imagen que, a primera vista, parece adentrarse en el cuerpo del agua es, en realidad, su misma estructura, su misma arquitectura, más aún, su firme esqueleto vivo, que se manifiesta."
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