R.G. "Pastora salió a escena con su famoso brazo en alto y en esa postura erguida, desafiante, típica del flamenco y que no constituye propiamente paso de baile alguno; no es, todavía, baile, sino acaso lugar, el lugar, la creación del lugar en donde el baile va a suceder. Ese momento, en ella, era de una arrogancia milagrosa, única, ya que no tenía -como el de Carmen Amaya y otras “bailaoras” y “bailaores”- ningún satanismo; no era una arrogancia insolente, sino alegre, dichosa."
Pastora Imperio. De Milagro español. 1952
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