Copa con jazmines en el estudio de Ramón Gaya. Foto: JB"... Desde los últimos diez años siento una urgencia, porque el camino se acaba y el tiempo también, y entonces entra como cierta prisa, como una dulce angustia. He dedicado mucho tiempo a trabajar, a buscar obra, pero no para mostrar, sino preparándome para el empuje final de la madurez. Sentía una especie de puritanismo al no querer aparecer antes de tiempo. Era muy reacio a enseñar lo que hacía, y no era porque me avergonzara de mi pintura, tal vez la encontraba inmadura y, en cambio, la madurez ya está en mí. Dediqué demasiados años a conseguir eso que se llama oficio. Cada día que veo una copa con agua y flores, inmediatamente quiero tocar esa realidad, porque me parece muy significativa, pero no sé de qué. Y entonces, cuando me pongo a pintar eso, que he pintado tantas veces, lo ignoro todo con oficio, lo tengo que volver a inventar para aproximarme al misterio de la vida. Y es eso lo que me atrae y me emociona".
R.G De una entrevista para la revista JOYCE. octubre 1992.
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