lunes, 8 de septiembre de 2008

LA COMUNIÓN DE LOS HOMBRES LIBRES

RG en su casa de Valencia, en febrero de 2004. Foto: JB

"Gaya rinde continuo homenaje a las más altas cimas de la pintura de nuestra civilización. Y ese homenaje, sin cesar recomenzado, también es una búsqueda de sí mismo. Y de la pintura. A la manera budista, me atrevería a decir: Gaya se limita a contemplar, en silencio, con la piedad del acuarelista chino o japonés que contempla siempre el misterio y la gloria intacta de la luna, el arroyo, la nieve, la montaña, o el albo purísimo de los cerezos en flor. Y, cumplida la ceremonia sacra de la contemplación y comunión con la naturaleza, ejecuta con mano maestra los trazos de una obra nueva, que no es ni una copia de lo real, ni un espejo; si no, acaso, en los momentos de comunión más felices, un rostro nuevo de la creación. Rostro que, como todas las cosas creadas, que no fabricadas, construidas, pensadas o imaginadas, es una cosa viva, que mira, que habla, que nos interpela y establece una relación siempre viva con el resto de las cosas creadas."

Juan Pedro Quiñonero. "De una conferencia que pronunció en La Pedrera, Barcelona, el 5 de septiembre del 2006, con motivo de una retrospectiva sobre Ramón Gaya.


Isabel Verdejo y Ramón Gaya junto al matrimonio Quiñonero, en París. 1999

Leer el texto completo: "Velázquez, Ramón Gaya y la comunión de los hombres libres"

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