"... los temas de los óleos de Ramón Gaya pueden reducirse a uno: en un interior, una mesa, unos objetos. Cambian, a veces, los objetos. El interior es, en el fondo, el mismo, Y, bien mira¬dos, los objetos son también los mismos. Porque lo que parece importarle a Ramón Gaya es algo tan sutil, tan inaccesible, tan aéreo, que, para reducirlo a un orden estético, para detenerlo en una tela, cualquier pretexto, cualquier objeto es bueno. Porque a Ramón Gaya parece importarle detener, mejor que la materia ponderable, la luz que baña, dibuja o borra la materia. Y, más que la luz, el reflejo de la luz, como a un músico a quien le preocupa expresar, más que el sonido, el eco del sonido. Porque, más que las cosas, Ramón Gaya pinta lo que ha quedado de ellas después de someterlas a una prueba de purificación en que la luz -impalpable e implacable- fuera la sustancia depuradora. ¿No pinta a veces, por ello, los objetos indirectamente, dentro de las aguas congeladas, implacables e inmutables de un espejo?"
Xavier Villaurrutia. México, 23 de julio de 1950.
(Fragmento)
Xavier Villaurrutia. México, 23 de julio de 1950.
Parte del texto de Xavier Villaurrutia utilizado en el catálogo de la exposición.
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