Claro que esa presencia puede estar habitada por todo el caudal de sensaciones que se quiera o pueda. Es decir, si no se puede pintar la tristeza, se puede en cambio pintar unos personajes, una luz, un cielo, un río que lleven dentro la más terrible tristeza; lo que no se puede es darle a la tristeza figura propia, porque ella no es nadie, no es un ser, sino tan sólo una condición que tienen las cosas o los seres. Y así como en poesía el ser no está, el ser es precisamente lo que no puede estar, sino lo suyo más invisible, en pintura, en cambio, es la corporeidad, la visibilidad de un ser o un objeto lo que estará siempre dando la cara.
Ramón Gaya. De "Otras anotaciones" México 1940. Tomo II Obra Completa. Ed. Pre-Textos.
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