No se necesita mucho para comprender que el huerto es una imagen pensativa, sensitiva, del vivir mismo y, sin duda alguna, de origen oriental. De ese fondo oriental inagotable nos llegaba siempre lo que hasta ahora habíamos podido llamar cultura; si lo pensamos bien y muy despacio, veremos, con cierta sorpresa, que no hay más hilo de cultura que ese vigoroso y fino hilo oriental; no, no hay, en definitiva, otras raíces de cultura, otras culturas, sino tan sólo múltiples derivados suyos, o... barbarie. Hoy, embebecidos de una barbarie progresista, de un mísero narcisismo infantil y de una imbecilidad ilustrada -que no es posible todavía averiguar de dónde han brotado-, parece que estamos dispuestos a terminar con todo en todo el mundo.
Ramón Gaya. De los huertos. 1975. OC. Pre-textos
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