Las visitas a los museos con Ramón Gaya siempre tenían un doble interés: por un lado uno visitaba el museo, pero por otro -y esto era lo extraordinario- sólo íbamos buscando ciertas obras de ese museo. Al igual que hace en sus homenajes a pintores o a pinturas concretas, así, al hacernos de anfitrión, a Ramón le gustaba "ahorrarnos" todas esas obras que suelen hacer de teloneros a las grandes figuras y señalarnos sólo lo que consideraba de interés. Por ejemplo, en el Museo de Orsay y dejando atrás a muchos impresionistas de postín, nos paraba, muy decidido, frente a este cuadro de Monticelli.
sábado, 21 de noviembre de 2009
LAS CITAS
Las visitas a los museos con Ramón Gaya siempre tenían un doble interés: por un lado uno visitaba el museo, pero por otro -y esto era lo extraordinario- sólo íbamos buscando ciertas obras de ese museo. Al igual que hace en sus homenajes a pintores o a pinturas concretas, así, al hacernos de anfitrión, a Ramón le gustaba "ahorrarnos" todas esas obras que suelen hacer de teloneros a las grandes figuras y señalarnos sólo lo que consideraba de interés. Por ejemplo, en el Museo de Orsay y dejando atrás a muchos impresionistas de postín, nos paraba, muy decidido, frente a este cuadro de Monticelli.
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