Miro una y otra vez esa postal en la que aparece Tolstoi. No es Tolstoi quien nos mira, es Ramón Gaya, como es Gaya quien está ya para siempre en una copa de agua, tal y como encontramos a Van Gogh en unos girasoles o a Juan Ramón en una rosa, tal y como reconocemos a Tolstoi en todos los vagabundos. Donde esté, y está, de eso estoy seguro, en sus pinturas, en sus escritos, en nuestra memoria, Gaya camina libremente, como lo hizo siempre. Encuentro esa mirada suya hospitalaria y cordial, como la del vagabundo dispuesto a partir su abrigo y su pan con el primer desconocido que se encuentra en el camino. Por esa razón tengo en tanto aprecio esa postal que un día me regaló y que en su liviandad representa tantas cosas sustanciales, la vida libre y el arte, que no son sino ese recinto íntimo, secreto, hermético que viene con nosotros allá donde vayamos, sin que necesitemos más.
Andrés Trapiello. Fragmento de "Con el permiso de Gaya; la casa de la pintura", texto leído el día 21 de abril de 2010 por Andrés Trapiello durante las jornadas sobre Ramón Gaya realizadas en Cajamurcia en con motivo del centenario del nacimiento del pintor.
Texto completo.
1 comentario:
Estuve en esas jornadas, pero al parecer no pude presenciar esta conferencia. Una pena...
Publicar un comentario