jueves, 3 de junio de 2010

LA TRANSPARENCIA DE REMBRANDT

Rembrandt. Muchacha dormida. 1655


Sucede que cuando dibuja no dibuja, sino que... pinta (no puede dejar de pintar, ya que se trata en él, no de una vocación, sino de una condensación), pinta como nunca porque la excesividad de sus posibilidades pictóricas han quedado reducidas aquí, ante el papel y la tinta solos, a mucho menos de su mitad, o sea, a su medida justa. Una especie, pues, de ascetismo, de nobleza, de clareza, le serán impuestos. Y una vez atacada y minada esa lujuria tumultuosa del pintor-pintor, lo encontraremos obedeciendo a un instinto más noble. Un trozo de papel y un poco de tinta son tan poca cosa que aquellas delirantes dotes suyas, sin morir lo más mínimo, entrarán en un cauce de cordura y, sobre todo, de transparencia. Y transparencia es lo que ansiábamos para él. Sin transparencia, por lo demás, no podría vivir nadie; podrían, quizá, existir cosas, pero cosas de materia inanimada, sordomuda, torpe.

Ramón Gaya. "Rembrandt". De OC.

Texto completo.

No hay comentarios: