París no es hoy, desde luego, capital del mundo, pero no por fracaso suyo propiamente -como a tantos les gusta suponer-, sino porque el mundo de hoy no tiene, no puede tener ciudad capital; y no puede tenerla -un lujo que no había faltado-, porque el mundo de hoy no parece querer moverse dentro de una cultura, del cerco libre de una cultura, sino del cerco triste de un sistema, y así, claro, no hay ciudad capital posible, pues todas las ciudades que lograron ser, en el movido perfil de la Historia, capitales del mundo, lo fueron por eso: por emanar de ellas, por desprender se de ellas una cultura y no por reunirla.
Ramón Gaya. Obra Completa. 2010. Edt. Pretextos.
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