En efecto, venimos tan sólo a cumplir con nuestro deber. Y esto es verdad, más que para nadie, para el artista, ya que nació cargado de compromisos. Lo más terrible entonces no es, como pudimos pensar un día, perder esa felicidad a la que por lo visto nadie tiene derecho, sino perder nuestro deber, es decir, perder nuestra vida y, sin embargo, seguir viviendo.
Ramón Gaya. De: "El extremoso deber del artista". 1940. Obra Completa 2010. Pretextos.
Ramón Gaya. De: "El extremoso deber del artista". 1940. Obra Completa 2010. Pretextos.
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