miércoles, 10 de agosto de 2011

SOBRE "EL ARTE QUE HACE VER"

Miguel Morey. Foto: internet


Papeles del “Seminario María Zambrano"

Sobre el “arte que hace ver”

Las condiciones del pájaro solitario
(Invitación a Ramón Gaya)


El trabajo creador de María Zambrano y el de Ramón Gaya a menudo corren hasta tal punto parejos que parecen el fruto necesario de una misma mirada, de una similar entrega a la contemplación. ¿Se debe esta proximidad a su mutua influencia, a su amistad, a su incardinación en un mismo tiempo geográfico e histórico, a una análoga devoción por las mismas obras del pasado...? ¿O es simplemente la consecuencia obligada y natural de una larga existencia vivida paso a paso como un proceso cognoscitivo interminable, en camino siempre, en tránsito? Sea cual sea la respuesta, y cada cual dará la suya, a buen seguro tendrá su parte de verdad. Pero el valor que tenga esa verdad, lo que en ella hay de valioso, nunca será el mismo. Sea como fuere, probablemente sea cierto que cualquiera de los dos podría haber escrito este colofón a lo dicho: “Vemos, pues, que el arte vive desentendido de todo; pasa, es cierto, por aquí, por la tierra, por el mundo, por la vida, pero es como si viniera tan sólo a decirnos que se va, que no puede quedarse. Nos deja, sin duda, unos cuerpos, unos cuerpos que los historiadores tomaron por el arte mismo, y que son, en realidad, lugares únicamente, lugares casi santos -serían santos si el arte fuese divino, pero no lo es-, lugares donde el arte estuvo, y en los que ahora sólo vemos como una puerta entreabierta, rendija, al vacío, que nos llama. Porque el arte no es como se pensó, una corporeidad, sino una concavidad”.

Lugares del arte, rendijas de luz, tal vez existan tan sólo y ante todo para recordarnos que el alma es lo que queda cuando al cuerpo se le resta el cuerpo: un cuenco transparente.
Vacío.

Miguel Morey
Barcelona, otoño del 2002
(Publicado en INTERNET)

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