jueves, 27 de noviembre de 2008

EL DESNUDO DE ROSALES

RG. Desnudo de Rosales. 1968


Pues bien, unos años más tarde, ante el Desnudo de Rosales, caía en la cuenta, no sólo de su evidente modernidad (que casi no me importaba), sino que venía a revelarme, a explicarme, lo que la modernidad... es. La modernidad viene a ser algo así como un tímido y atrevido frescor que, de pronto, se aviniera a dar unos pasos: nada más, eso es todo. La desdicha del arte moderno, por el contrario, es haber creído ingenuamente, tontamente, es una especie de actualidad ingeniosa, más o menos inédita que se llamaría, un tanto militarmente, “las vanguardias”. El cubismo es, acaso, el “movimiento” más noble, más pictórico de nuestro pobre siglo XX, pues todo lo que viene después -dadaísmo, expresionismo, surrealismo...- no es más que un constante galimatías falso, artificioso. Completamente inútil, además. Porque la Pintura es siempre ella misma. Nuestro siglo, en cambio, creyó que se trataba, muy afanosamente, de inventar a diestro y siniestro.
Ahora, Mujer al salir del baño, de Eduardo Rosales, no es que me parezca un cuadro antiguo ni moderno, sino pleno, completo, permanente.

Ramón Gaya. Madrid, 1997

Mujer al salir del baño. Eduardo Rosales.

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