El CREADOR no aspira a la palabra, es decir, al arte, a la obra, sino al silencio; claro que a un silencio vivo, a un silencio de vida, no de muerte, ni siquiera mudo, sino comunicante, a semejanza, quizá, del mismo silencio de Dios. Que deba ser silencioso y no pueda, en cambio, ser mudo, es la mayor dificultad técnica del arte. El arte ha de ser vencido -llevado al silencio, reducido al silencio-, pero ser vencido no quiere decir ser negado, ya que lo negado es estéril y lo vencido no.
RG. El Silencio del Arte. III (El silencio) México, 1951.
O.C. Tomo Iº PRE-TEXTOS, Valencia 1990
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