lunes, 31 de agosto de 2009

EL NIDO DE LA FE

Ramón Gaya ante el espejo. Valencia, febrero de 2004. Foto: JB


En ARTE elogiamos mucho la pasión. Pero la pasión sirve para que se salve el arte pequeño; el arte grande no se salva nunca por la pasión, sino por la fe. La fe, esa especie de frialdad.
La pasión no cree nunca en eso que tanto desea, que tanto la apasiona. La pasión es quizá la parte positiva, la parte valiosa de una desesperación.
La fe es una especie de frialdad porque surge de unas cenizas.
El artista pierde, en el vivir, una como excitabilidad del espíritu y, por un momento, puede creerse más pobre. Claro que ha perdido sensualidades -la sensibilidad, la espiritualidad, el ansia, la pasión, el sufrimiento-, pero perder todo eso lo enriquece; significa que se acerca al alma, al alma vacía, al vacío del alma, es decir, al nido de la fe.

EL SILENCIO DEL ARTE II (La santidad)
México, 1951 O.C. Tomo Iº, PRE-TEXTOS, Valencia, 1990


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