miércoles, 14 de abril de 2010

ANOTACIONES SOBRE EL RETRATO

Retrato de Eduardo Vicente. Ramón Gaya, hacia 1930.


ANOTACIONES

Se ha pensado – en ese vivir por fuera que se acostumbra – que el “retrato” es un… género, como se ha pensado que lo es también el “paisaje” y eso otro que suelen llamar “naturaleza muerta”; pero el retrato no es un género, un género especial dentro de la pintura, un apartado suyo, ni siquiera un tema suyo; el retrato es tan sólo un fragmento de esa totalidad que viene a ser la naturaleza real viva; una naturaleza que no podemos abarcar de una vez y afrontaremos por lo tanto poco a poco, trozo a trozo, sin que por esto ella deje de ser única, sola, indivisible.

No puede decirse con exactitud cuándo ni dónde aparece esa curiosa idea del retrato como tarea determinada, separada, aislada, del oficio de la pintura y de ese otro oficio de la escultura; más que una idea, una idea de alguien, un sentimiento de alguien, parece la ocurrencia de unas gentes, de un grupo de gentes, de un… gremio; no es, sin duda, la ocurrencia de un creador – al creador, en realidad, no se le ocurren nunca cosas que hacer, quehaceres, sino tan sólo… obediencias íntimas, profundas o… altas, que llevar a cabo -; dedicarse a pintar figuras, o paisajes, o naturalezas muertas, o marinas, parece más bien la decisión de un artesano, de un simple y honrado artesano. Quizá el retrato – el retrato como género – surgiera en la antigua y extensa Roma, en esos bustos romanos que sabemos tan parecidos, y tan magníficos algunos, pero que no son nunca verdadera escultura; no se trata aquí, en estos bustos, de la misteriosa vida del ser, sino de la muy evidente vida… social del ciudadano.

El verdadero sentimiento creador de la pintura y de la escultura no se especializa jamás, y no porque cambie a menudo de temas… externos, sino porque no cuenta más que con el sólo y único tema de la vida toda, de parte a parte. El sujeto de la pintura no es tal paisaje, tal naturaleza muerta, tal o cual rostro, sino la vida única encerrada en todas esas cosas diferentes.

Para el creador, que percibe la vida que hay en todo, todo vale igual, por igual, pero no confunde nunca unas cosas con otras. El retrato no es un género diferente de la pintura, pero sí exige del pintor una muy diferente actitud. El retrato no es, pues, un género, sino una actitud. El pintor ha tropezado, de pronto, no ya con la naturaleza viva, sino con un enigma aún mayor, es decir, ha tropezado con su prójimo, con su próximo, casi consigo mismo.

RAMÓN GAYA
Murcia, octubre de 1981.

4 comentarios:

Elvira dijo...

¡Buenísimo ese retrato! La parte superior de la cabeza podría recordar un poco a García Lorca, ¿no crees?

Saludos

Juan Ballester dijo...

Según me cuentan, acaba de venderse en Ansorena. Pero, efectivamente, es buenísimo.

cara conill dijo...

Uno creía que era un autoretrato.

Iván FD dijo...

Más allá de la imagen, lo que escribió Gaya es absolutamente claro y por eso mismo conmovedor
para alguien que pretende dedicar su vida a la pintura. Un verdadero grande.