MANOLETE
De Manolete puede decirse lo mismo que de Pastora, pues su genio tampoco parecía residir en lo que hacía, sino sencillamente en lo que era. Por eso el técnico razonante salía muchas veces de la plaza en donde acababa de torear Manolete un tanto desilusionado, o mejor, un tanto insatisfecho; sin duda, cuando esperaba ver algo (al técnico razonante, es decir, al entendido sólo le interesa el cuerpo, la corporeidad de la obra), no se le servía apenas nada, y se le mostraba, en cambio, un ser, un alguien nada más. Lo que hacía Manolete en el ruedo no creo que fuese muy distinto de lo que habían hecho otros o hacen otros, pero lo hacía en ese momento, él, y aquello quedaba hecho carne; lo que hasta entonces había sido un acto, una acción pura, una hazaña, ahora lograba ser una presencia. No creo que Manolete le haya dado nada al arte del toreo, sino tan sólo prestado; le prestó su ser -que era, claro, excepcional-, le prestó su persona única para que el toreo, el arte del toreo, la luciese.
Ramón Gaya. De "Manolete" 1953. OC Edt. PreTextos.
Texto completo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario