Cuca con Ramón en la cafetería del Museo Orsay (París). Abril de 1992. Foto: JB
Qué duda cabe de que la obra de un artista se debe ante todo al propio cumplimiento de la misma por parte del autor, pero todos sabemos lo importante que ha sido siempre el entorno del artista para que ese cumplimiento al que estaba destinado pudiese llevarse a cabo de la mejor manera posible. Por la misma razón tampoco sabremos nunca, en casos puntuales, cómo podría haber sido la obra de un creador de haber tenido o vivido una vida completamente distinta a la que tuvo. En cualquier caso, de lo que estamos absolutamente seguros es de que Ramón Gaya durante los últimos treinta años de su vida no pudo tener otro ambiente más propicio para el desarrollo de su labor creadora. Y de lo que también estamos absolutamente seguros -y por supuesto agradecidos-, es de que detrás de ese ambiente propicio para que Gaya pudiese desarrollar esa obra pictórica tan fundamental que nos dejó, estuvieron siempre la compañía, la amistad, el cariño, la fe, la entrega, la admiración, la complicidad, el amor de su mujer Isabel Verdejo, Cuca.
Juan Ballester.
1 comentario:
Dices Juan, que en los últimos 30 años de Ramón, la presencia de Cuca fue decisiva para él.
Pero me consta, que la presencia de Ramón en esas tres décadas, también fue decisiva para Cuca.
El tandem perfecto, que gran enriquecimiento mutuo...!
(Gracias por tu precioso artículo)
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