



R.G. (...) Il Crepuscolo es quizá la figura que prefiero, aunque en este recinto preferir algo es una tontería. Claro que no la prefiero por juzgarla mejor, más valiosa, sino por sentirla más a tono con mi talante.
(Firenze, 6 de noviembre de 1957. O.C. Tomo III, Ed. Pre-Textos)
A LA LÁMPARA
Aquí sobre mis hombros ateridos,
cerca y lejos igual que las estrellas,
aquí junto a un pasado sólo huellas,
junto al lecho en que sueñan reunidos
el vivir y el morir, sobre los nidos
del recuerdo, aquí estás como unas bellas
y leves manos tibias con que sellas
los párpados cansados y dolidos,
aquí estás como un ser, como una cosa
que tuviera ya un alma casi mía
amarilla también y también mustia,
aquí sobre mi frente silenciosa,
aquí como una vaga compañía
llegando con tu luz hasta mi angustia.
ALGUNOS POEMAS de Ramón Gaya. Ed. Pre-Textos


Ramón Gaya pintando a Juan Arturo Guerrero en 1927. Fotografías realizadas por Juan Guerrero en su casa de la calle Merced, en Murcia.
R.G.: Ser pintor no es gustar de lo pictórico -como supone un extendido error moderno- ser pintor no es más que una forma como otra de ser hombre, una de las encarnaciones posibles del hombre.
R.G.: (para algunos de amigos pintores).... la pintura es un fin en sí misma, mientras que para mí no es más que un medio, claro está, que me tiraniza, que me ha tiranizado siempre, pero que nunca he podido considerar como un fin. Y no sólo la pintura; el arte todo, con su grandeza indudable, jamás pudo parecerme sino un tránsito que lo reclamaba todo del artista, que actuaba en él como una fatalidad, que lo minaba, que se lo comía entero, pero que no era un fin. En ese mismo carácter implacable veía yo su transitoriedad.
(Del Sentimiento de la pintura. (1959) O.C. TOMO Iº Ed. Pre-textos)
"Firenze. Via San Leonardo: Canalización de lo florentino. (La gran idea del Renacimiento: una Modernidad; fundar de una vez por todas una Modernidad permanente, completa.) 1974."
Ramón Gaya: Anotación de Diario (inédita)


El niño de Vallecas es todo él como una elevación, como una ascensión. Todos los retratos velazqueños vienen a ser como altares, pero El niño de Vallecas es el altar mayor de su obra, el escalón supremo de su obra desde donde poder saltar, pasar al otro lado de todo, más allá de todo. En ese rostro tierno, manso, santo, animado por una sutil mueca agridulce, es donde con más limpieza parece producirse el sacrificio de la realidad, y también el sacrificio del arte.
(De: Velázquez, pájaro solitario. (O.C. Tomo Iº Ed. Pre-textos)
R.G. “Mi vida ha sido principalmente trabajo. El trabajo de una vocación, claro, no de un simple trabajo penoso y difícil, sino de una vocación irremediable, y que yo he sentido siempre no como algo que hacía, sino como algo que era, nada más. Pero ese trabajo de tantos años, en realidad, lo he visto siempre como preparación, preparación para algo que no sé si estoy ya en ello.”
“Para el creador no hay término conocido ni lo habrá nunca. Se trata de terminar esta vida y esta vocación en algo vivo, es decir, en algo completamente original, naciente. Es decir, en vez de llegar a una maestría, donde hay que llegar es a un principio.
R.G. “Cada vez más, quedarme solo es volver a encontrarme con alguien que quizá siempre me acompaña, pero que únicamente aparece, reaparece, cuando no hay absolutamente nadie.
No, no es la soledad misma -como es para Cernuda-, sino alguien muy verdadero, una compañía real, casi corpórea. Acostumbrado a él, he terminado por quererlo, por valorarlo.”
Se ha pensado -en ese vivir por fuera que se acostumbra- que el "retrato" es un... género, como se ha pensado que lo es también el "paisaje" y eso otro que suelen llamar "naturaleza muerta"; pero el retrato no es un género, un género especial dentro de la pintura, un apartado suyo, ni siquiera un tema suyo; el retrato es tan sólo un fragmento de esa totalidad que viene a ser la naturaleza real viva; una naturaleza que no podemos abarcar de una vez y afrontaremos por lo tanto poco a poco, trozo a trozo, sin que por esto ella deje de ser única, sola, indivisible.
De: El Retrato, España, 1981. O.C. Tomo IIº. Ed. Pre-Textos


R.G.: El paisaje que estrecha a Murcia no es, propiamente, un paisaje natural, sino un paisaje creado, ingeniado, hecho. La huerta es toda una geometría puesta sobre el tablero liso del suelo por unos hombres embriagados de matemáticas y que, como buenos orientales, se sirven de líneas y de números para todo, incluso para ir y venir de Dios.
A RAMÓN GAYA
Tenía que haber alguien que siguiera asido
A la rienda más firme en la estampida
Alguien que en el rebaño
Donde reina un bullicio de jauría
Y sin soliviantarse sin arremolinarse
Mantuviera la marcha
Tuvo que haber alguno
Que siguiera mirando como en un mediodía
Sin dejarse arrastrar al parpadeo
Tenía que haber ése
Y ése tenía que entregarnos
El mundo que es el nuestro
No repitiéndolo ni suplantándolo
No dando de él siquiera testimonio
Sino dándonos fe de su presencia
| El Crepúsculo de R... |

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La relación, la comunicación de Victoria de los Ángeles con la música (como ya te dijera, hace años en Roma, donde la oímos juntos) no es sólo una relación de intérprete, de gran intérprete, sino de... creador, y no porque altere la escritura de Haendel, Mozart, Schubert, Massenet, Debussy, sustituyéndola con una invención propia, sino porque, antes de tropezarse con la escritura de éstos, parece como si se hubiera tropezado ya con ellos en... la música, en la concavidad de la música, en donde habita la pura y sola música.
(De: Carta a un músico amigo. O.C. Tomo Iº, Ed. Pre-Textos)
(Pintura pompeyana, año 79 d.c.)
Algunas pinturas, por ejemplo, están allí, no sólo con frescor, con un frescor conservado, sino llenas de una modernidad resistente, consistente loca. (.....) Y cuando se filtra y aposenta la vida en alguna cosa, ésta queda inmediatamente fecundada, salvada.
( De Pompeya, O.C. Tomo II, Ed. Pre-Textos)
En la obra de Velázquez la realidad ha entrado, con gustosa mansedumbre, como en un redil abierto, libre, y si permanece en él, no es porque haya quedado atrapada, encerrada, sino precisamente para poder dar testimonio continuado, constante, de su libertad.
De: Velázquez, pájaro solitario. (O.C. Tomo Iº Ed. Pre-textos)