viernes, 28 de octubre de 2016

LA MÚSICA, VICTORIA DE LOS ÁNGELES Y RAMÓN GAYA.

R.G., Victoria de los Ángeles, 1986.


Además de una gran amistad, Ramón Gaya sentía admiración por el talento de la cantante Victoria de los Ángeles. Desde el día que escuchó Manon de Massenet, interpretada por ella, Ramón afirmaba darse cuenta de que no era, simplemente, una gran cantante, sino algo más, un gran espíritu: "Me di cuenta de que Victoria había llegado, con el sentimiento -no con un sentimiento... sentimental, sino musical, estrictamente musical-, al centro de una ópera más bien modesta, aunque inspirada, y había encontrado en su dentro a un músico tan sensible, o más, que Massenet, pero sobre todo, mucho más fuerte. Había visto, sentido, que en Massenet dormía Debussy, y Victoria lo había despertado. Lo había evidenciado, como sin querer".  Ramón sentía que la relación de Victoria con la música no era la de intérprete únicamente, sino de creadora.

Sirvan estas palabras del pintor, recogidas en la carta que dedica a Victoria de los Ángeles, para definir la música:

"La música, la música verdadera, cierta, no es algo que suena y que sucede en el tiempo, sino algo, diríamos, mucho más inasequible, más difícil, más recóndito; algo que ya existe, sin duda, antes de sonar, y que... permanece después de haber sonado, o sea, algo que está perennemente ahí, en una especie de silencio vivo". 

Carta a un amigo músico sobre Victoria de los Ángeles, 1985.

viernes, 21 de octubre de 2016

RAMÓN GAYA Y PEDRO SERNA

Ramón Gaya y Pedro Serna en Blanca

Ramón Gaya y Pedro Serna mantuvieron numerosas charlas sobre arte y creación. Fueron amigos desde el momento en que se conocieron, eran frecuentes los paseos en los que el pintor más joven pintaba junto a Ramón. La huerta de Murcia, su casa, el Valle de Ricote... Ambos captaban muchos de los momentos de luz que, tan verdaderamente, recogen hoy sus pinturas. "Las acuarelas de Pedro Serna tampoco son acuarelas de acuarelista, sino de pintor, de un magnífico pintor" decía Ramón Gaya cuando, en 1981, rompiera su promesa de no escribir nada sobre pintores que estuvieran vivos. Con motivo de la próxima exposición que recogerá los paisajes de Pedro Serna en el Museo Ramón Gaya, valgan de homenaje estas palabras que Ramón escribió, con mucho cariño, para su amigo Pedro Serna. 


Hace algunos años me prometí a mí mismo no escribir nunca nada sobre pintores... vivientes, y he venido cumpliéndolo bastante bien; hoy, sin embargo, me gusta romper esa promesa porque me encuentro delante de unos pequeños trozos de pintura -pintados a la aguada- que me parecen, sin más, muy excepcionales; lo primero que diría de estos trozos de pintura es que están vivos, sencillamente vivos (en una obra de creación verdadera, el hecho de estar viva no viene a ser, exactamente, un valor, uno de los muchos valores que la componen, que la forman, sino una categoría, su categoría máxima, suprema, y, claro, su condición indispensable, porque sin el misterioso y diminuto soplo de lo vital no hay obra alguna de creación, sino mero artefacto); estas pequeñas pinturas han sido dichas como en voz baja y, al mismo tiempo, con fuerza, con un vigor, diríase, tiernísimo, primaveral; la dicción es de trazo muy fuerte, muy enérgico, aunque amansado, quizá, por una decidida hermosura, ya que la pincelada de esa dicción, de ese trazo, aparte de expresiva, es de una gran belleza, ¡como en los buenos tiempos!; no de una belleza estética, esteticista, sino natural.

En la naturaleza, en el paisaje real de la naturaleza parece como si, de pronto, se formaran unos pequeños nudos, es decir, unos pequeños enigmas; a veces es tan solo un acento especialísimo de la luz, o una... musicalidad de la distancia , o del aire. Pedro Serna es muy sensible a todos esos misterios a pleno sol; en su pintura parece haber querido, con inspirada modestia, ir desatando los nudos que encontrara en la realidad del paisaje.


viernes, 14 de octubre de 2016

LA ETERNIDAD DE RAMÓN GAYA Y SU MUSEO

Ramón Gaya en la escalera principal del Museo que alberga su obra. 
Fotografía Juan Ballester

El pasado 10 de octubre, Ramón Gaya hubiera cumplido 106 años, coincidiendo con los 26 que han transcurrido desde la inauguración del museo que lleva su nombre y cuida su obra. La vida de Ramón estuvo marcada con desagradables sucesos que establecieron su camino: una guerra, un exilio, pérdidas tan importantes como la de su primera mujer o vivir tantos años alejado de su hija Alicia. Ramón, fiel a su 'Roca española', así definía al Museo del Prado: "Cuando desde lejos se piensa en el Prado, éste no se presenta nunca como un museo, sino como una especie de patria"; mantuvo siempre su coherencia con lo vivo, con la pintura. Decía que escribía para entenderse, resultando ser, a la vez, un gran pensador. Y es que, como decía el poeta Eloy Sánchez Rosillo de Ramón, "todo gran creador es como un manantial que no cesa de brotar". Pintor y escritor, una de las figuras más relevantes del siglo XX en la historia de la pintura, con numerosos reconocimientos y premios, una excelsa 'Obra Completa' publicada por la Editorial Pre-textos y una obra pictórica que, cada día, nos sigue acercando a lo verdadero de la pintura, a lo que un día fue una vida entregada a la creación. Sirvan de muestra estas palabras del creador en una entrevista concedida a Andrés Trapiello en 1988 .Y que no cese de brotar ese 'manantial' que nos dejó Gaya con su obra.


Mi vida ha sido principalmente trabajo. El trabajo de una vocación, claro, no de un simple trabajo penoso y difícil, sino de una vocación irremediable, y que yo he sentido siempre, no como algo que hacía sino como algo que era, nada más. Pero ese trabajo de tantos años, en realidad lo he visto siempre como preparación, preparación para algo que no sé si estoy ya en ello. Lo que pinto ahora me sigue pareciendo preparación para otro día, para el día siguiente, y lo del día siguiente para el otro día que viene. Es decir, me parece que esto no tiene término. Para el creador no hay término conocido ni lo habrá nunca. Se trata de terminar esta vida y esta vocación en algo vivo, es decir, en algo completamente original, naciente. Es decir, en vez de llegar a una maestría, donde hay que llegar es a un principio.




viernes, 7 de octubre de 2016

RAMÓN GAYA EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES DE BILBAO

R.G. La guerra (Espanto). Bombardeo en Almería, 1937

El 28 de junio de 2011 la Unión Europea designó a Donostia/San Sebastián Capital Europea de la Cultura 2016. Desde entonces, la Fundación Donostia/San Sebastián  2016 impulsa y coordina la estrategia, planificación y gestión del proyecto de la Capital Europea de la Cultura. Uno de los principales proyectos adheridos a este programa de Capitalidad es Tratado de Paz, donde participa el Museo de Bellas Artes de Bilbao acogiendo en sus salas uno de los siete casos de estudio, "1937. El Guernica de Picasso". 

La guerra (Espanto). Bombardeo en Almería, el óleo que pintó Ramón Gaya en el año 1937, forma parte de la muestra que, desde el 30 de septiembre y hasta el 7 de enero, podrá ser visitada en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.  Esta pintura de Ramón fue exhibida en el pabellón de la República Española de la Exposición de París de 1937. También fue premiada como 1º Premio de pintura en los Concursos Nacionales.